lunes, 28 de julio de 2008

Espera

Mañana será día de pájaros mudos
comienzo de una nueva espera
soles recogidos en jaulas vacías
musgo bebiendo llanto seco.
Y tú, simple luz de otro horizonte
milagro rezado para el regreso.

miércoles, 23 de julio de 2008

Se apareó Jorge...


Jorge, la última tortuga de su tipo en Galápagos, se apareó por primera vez a los 105 años (Todavía hay vestigios de la terca esperanza, como diría mi viejito Wenceslao Triana...)

Leer más en:

http://noticias.latam.msn.com/articulo.aspx?cp-documentid=8791053

martes, 22 de julio de 2008

domingo, 20 de julio de 2008

Rejas

En el centro de una balanza que marca sin misericordia más errores que aciertos. Imán de espinas y piedras, soy la quietud extrema del ojo de un huracán. Me importan un rábano sus opiniones, si cierro los ojos voy más lejos y se quedan en la distancia. Si los abro, creen que me tienen, pero soy más fuerte que sus peores miedos. Y descanso, en el rincón escondido que ocupa mi espacio, donde la tinta es del color que yo decido y las lágrimas ruedan hacia los ojos. Si te notan vulnerable no vacilarán en atacar como buitres tus mejores versos, y no se cansarán de reir sobre los pedazos.

No abras la puerta. A veces una cárcel es el mejor escudo.

viernes, 18 de julio de 2008

Espuma

Otra vez la espuma, que se desliza suave por mis piernas. Mi piel toda se prepara para verte. El ritual me hace feliz en una especie de adelanto fantástico que te trae a mis brazos antes de tiempo.
Cierro los ojos y te imagino, mientras el agua tibia me recorre, presagiando tus manos. Me sorprendo repitiendo ese gesto tan tuyo. Acabaré pareciéndome a ti y eso sería una tragedia. Ya bastante con verte en cada esquina, en el comentarista de las noticias, en el tipo de la propaganda, en el retrovisor del carro, en el brillo de las gotas de lluvia.
Ya suficiente con repetir tu nombre, sólo por el placer de recorrer con mi lengua cada una de sus letras, como si fueran de chocolate. Tararear tu canción, recitar el poema cursi y esperar la venia de un reloj que se resiste a avanzar. Quiero permanecer así, con mis ojos cerrados, de cara al agua, de espaldas a la realidad.
Abrir los ojos es ver cómo el agua empuja montañas de espuma que ruedan resignadas por mis piernas y desaparecen en la oscuridad del desagüe. Es recordar el reloj marcando una hora que no llega.
Es aceptar que depilarme hoy, es otro inútil homenaje póstumo.

AVISO CLASIFICADO

SE NECESITA...
un besito.



Ya está bueno de tanta seriedad!!

Es lo que yo digo...hay que creer en el más allá.



miércoles, 16 de julio de 2008

Cielos libres

Queridos lectores:
Como diría uno de mis maestros, sería bueno que alguno de ustedes creyera que no es más
que es un bonito cuento para niños.
Desearía que hubieran podido verla: era hermosa, perfecta. Cuando me dí vuelta para acomodar mi cuerpo la descubrí prendida del cielo, tan libre que se podía dar el lujo de desafiar la gravedad. Su forma, indefinida al principio, no tardó en revelarse clara: creo que es una elefanta, me disculpan pero comprenderán que a tal distancia, tratar de darle a ustedes ciertas precisiones no sería más que especular. Soy sincera si reconozco que verla y querer hacerla mía fue un solo pensamiento. Difícil llegar a ella, pero valía la pena intentarlo.
No había mucho tiempo para pensar. Su forma cada vez más precisa insinuaba que no tardaría en irse a visitar otros rumbos. Blanca, con esa blancura incierta de quien está luchando por no mostrarse vulnerable, mi nube parecía dirigirse presurosa a otro cielo. Tal vez escondía tormentas o un breve paraíso húmedo. Nunca lo sabría, a menos que le pusiera mi marca, mi nombre quizás, sin que lo notara.

Sé que suena cobarde y rastrero, pero nunca he dicho que soy una blanca paloma y aún, ni en ellas, se debe confiar demasiado. Y es que, cuando logré acercarme lo suficiente me cautivó su sonrisa y quise que fuera tan mía como suyos eran ya mis miedos y mis sueños. Estaba tan cerca que mis uñas fácilmente podían marcarla, como quien busca evitar un hurto.

Dudé un momento ante la inminencia de su partida. Una mirada, que para ustedes hubiera sido imperceptible marcó la diferencia. Tomé la decisión, me tragué las lágrimas, escondí mis deseos. Agradecí a las estrellas que me dejaron compartir el privilegio de tocarla y la dejé partir, con la conciencia de que cualquier cadena, cualquier amarra, la lastimaría irremediablemente.
Ha pasado el tiempo y hoy amanece menos brillante mi día, pero de algún modo incierto soy feliz de saber que hay un cielo, con una elefanta, jugando a ser mariposa, sin mi nombre.

Unicidad

Te pareces a ése. Sí, a ése que crees completamente distinto a ti. Al que, incluso, de a ratos te fastidia. Al del caminar rápido y seguro y al otro, de pasos difíciles e indecisos. Al que habla todo el tiempo y al callado. Al de la pinta extravagante, al que viste con corbata y a ese otro que no tiene qué ponerse. Si dejas de mirar la superficie, seguro le encuentras algo que comparten. Te apuesto que todos al fin, tienen algo parecido a ti. Aunque más no sea la mera estupidez de creerse originales.
Pero, si eres afortunado, para alguien, para alguna insignificante pero terca personita en el mundo, puede que seas único y deliciosamente irrepetible.

Ahogo

Cuesta respirar
este petróleo
donde resbala y cae
mi cuerpo cansado
que no acepta
un nosotros,
repartido.

sábado, 12 de julio de 2008

De las razones para creer.


Aunque sé que te va a parecer extraño, te escribo para contarte que, a partir de esta mañana, he decidido comenzar a creer en dios. Imagino que deberás estarte preguntando a qué dios escogí dirigir mis plegarias. Además, estoy segura de que te parecerá rara esta decisión mía tan abrupta, sobre todo sabiendo que no soy tan impulsiva como parezco, pero puedo explicarlo, así que vamos por partes.

El primer interrogante, tendré que respondértelo en privado. Si lo digo por este medio, a pesar de que no presumo de que haya muchos que me lean, este tipo de noticias se riega como pólvora y seguramente mañana, a primera hora, tendré mi buzón atestado de cartas y probablemente una horda de salvajes con libros de diferentes formas y tamaños, llegando presurosos a la reja de mi casa intentando hacerme cambiar de dios, ofreciéndome uno o varios, mejores paraísos, infiernos con habitaciones con aire acondicionado y acaso, alguna que otra indulgencia adelantada para distraerme mientras me llega la hora, o algún perdón que podré hacer efectivo apenas estire la pata, incluso antes de que terminen de volverme ceniza. No estoy muy segura de poder resistir tales tentaciones (vos sabés lo débil que soy ante las ofertas) y por eso, entenderás que ese punto deberá esperar a que nos veamos o, si te urge demasiado, me podés llamar por teléfono. No se vería serio eso de estar cambiando apenas matriculada, no crees? Siempre es recomendable dar un plazo prudente de espera para ver qué tal funcionan las cosas.

En lo que respecta al porqué de mi decisión, corro el riesgo de que me insulten o incluso quieran excomulgarme o, peor aún, perdonarme, como hicieron con un amigo en ocasión similar, pero igual voy a explicártelo por dos razones principales: primero, es que quien quita le veas la lógica y te adhieras a mí, bueno...me expresé mal, debí decir a mi decisión...lo otro iría por tu cuenta, aunque quedo a la orden, por las dudas. La segunda, es que no creo que nadie más que vos me entienda y además, a esta altura del escrito, probablemente sólo quedes vos leyéndome.

La verdad es que he reflexionado en la conveniencia de confiar en los que dicen que es deseable tener en quien creer. Te hace sentir más bueno, más perdonable y mucho, definitivamente mucho más recompensable. Fíjate que con los dedos de una mano podrías contar a los que creen sin hacer efectiva alguna de esas tres ventajas competitivas. Además, y por el mismo acto, tenés quien arregle todos los embrollos que se te escapen de las manos y alguna otra metidita de cualquiera de tus extremidades que hagas más o menos sin querer, incluyendo la lengua.

Entendí que así todos ganan, y muy especialmente el único que habla y escucha, que es el que cree. Elige cuándo peca, cuándo se arrepiente, cuánto reza y cuánto empata. Creer es, definitivamente, deseable.

Es más, acabo de caer en cuenta de que no sólo es deseable, es IMPRESCINDIBLE, y si no decime: ¿A quien le agradezco el haberte conocido, y a quien le reclamo el haberte tenido que dejar partir tan pronto?

Visiones

Cuando te miro
no veo ropas que caen
ni manos que surcan
terrenos vedados.
Veo tu sonrisa
de eterno refugio,
y un reloj asustado
que marcó la hora
antes de tiempo.

miércoles, 9 de julio de 2008

Choque de trenes


Parada al costado de la vía, esperaba confiada sabiendo que iba a venir. Que no tardaría en sentir el sonido familiarmente eléctrico de su cercanía. Mi mirada buscaba sin prisa, en la oscuridad del túnel, la luz que me diría, sin necesidad de altoparlantes, que la espera había acabado. Una sonrisa se dibujaba en mi rostro, pensando en las películas de magia donde se pasa de una realidad a otra atravesando muros de concreto. Algún parecido tenía que haber, donde mi espera me remitía una y otra vez a la escena del magito de malas que se estrella contra la pared inmisericorde. Me veía a mi misma, incansable, con las rodillas raspadas, en el intento de encontrarlo…al otro lado.

El ruido que se acercaba anunció su llegada sin darme tiempo para nada. Lo que siguió a la sorpresa del primer embate fue una vorágine de miel y arena, que me pendulaba entre la necesidad subversiva de recordar y un resto de instinto que mandaba cerrar los ojos y olvidar. Como si nunca hubiera existido. Y pasó, tan veloz como había llegado, dejándome el rostro salpicado con su mezcla extraña de brisa, calor y miedo. Y ese dulce cansancio...

Luego, sólo quedó volver a la rutina. El trabajo, la casa y un par de amigos que repiten una y otra vez que me veo distinta. Como si fuera otra. No puedo confesarles que están en lo cierto: la lógica manda que nadie puede ser el mismo después de que lo atropelle un tren.

lunes, 7 de julio de 2008

Mentiras piadosas...

No estoy segura, pero creo que yo era más feliz antes de tanto invento y generosidad de las empresas. Degustaba cada espera como quien toma un helado en invierno. Mi imaginación, siempre activa, inventaba miles de excusas que hacían mi vida realmente feliz. Nunca he creído que para ser feliz haya que aferrarse incondicionalmente a la verdad. Alguna que otra mentirita, eso sí, bien dicha y no muy obvia, devuelve pétalos de rosa al sitio donde, en caso contrario, no habría más que espinas. Lo demás era dejarse llevar por la alegría que, momentánea o no, siempre es un feliz acontecimiento. Y eso le daba el tiempo necesario al esperado para aparecerse justo antes de que uno tuviera que recurrir al último recurso desesperado Como quien dice, antes de que la sangre llegara al río..
Ahora no. Ahora se jubilaron los carteros (que antes se podían enfermar a necesidad). Ya no se acaban las fichas para hacer llamadas. Y, para mayor desgracia, el último baluarte acaba de caer y borrando toda huella de esperanza, los celulares ahora regalan los minutos y una propaganda sin asomo de misericordia grita: “ya no hay excusas, si no te ha llamado es porque no le dio la gana”.

sábado, 5 de julio de 2008

de Jaime Sabines (1926-1999...o nunca)


Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se pueden reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están están entre dos gentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú saber cómo te digo que te quiero cuando digo: "qué calor hace", "dame agua", "¿sabes manejar?,"se hizo de noche"... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho "ya es tarde", y tú sabías que decía "te quiero".)
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

viernes, 4 de julio de 2008


No me creas. Nunca, y mucho menos cuando parezco lógica y creíble. Soy un montón de respuestas que nadie preguntaba, apenas un delirio que esperaba hallarte. Nada personal. Una luz verde que regresa para irse. Una hipótesis nula que se resiste a dejarse probar. Si me crees, tendré que mirarme al espejo y veré que no es más que vidrio que refleja. Una piedra y serías un puñado de escarcha cayendo sobre mí, como dulce golpiza de nácar tibio, como lluvia de maná. Un poco de locura no está mal, justo antes de regresar a la maldita realidad de un 4,5, casi perfecta, siempre tan inútilmente controlada. Tan buena actriz que nadie notó el descalabro. No quiero que me pienses. Nunca.
Trataré de ser una hipótesis que te mantenga alerta, que rete tu inteligencia.
Tu club se ha llenado de teorías acabadas.

miércoles, 2 de julio de 2008


Eso somos. Suéteres reciclados, con olores que reflejan lo vivido. Sudor, lágrimas y, si hubo suerte, esperma. Todo cuenta, cada uno de ellos es vestigio de momentos de gozo, de miedo, de ganas de vivir o, por lo menos, de resistir a la muerte. Refiriendo historias más o menos felices escritas en un lenguaje de narices que los desposeídos pretenden guardar como tesoros para, al día siguiente, buscarlos escondidos en algún pliegue que resistió estoico la implacable vocación de limpieza del agua y del jabón.

Eso somos, olores que defendemos, sabiendo de antemano que no durarán en la piel lo que en la memoria, y que desaparecerán cuando el primer perfume nos restriegue en la cara sus ínfulas de limpieza.
Y entonces jugaremos a creernos nuevos, limpios, pero en algún lugar, entre las fibras, sabemos que un último vaho siempre se resiste a desaparecer.

martes, 1 de julio de 2008

Aprendiendo de los que saben


Comparto este párrafo del escritor antioqueño residente en Estados Unidos. Combinación perfecta de sensibilidad y precisión en el lenguaje. Rescata mágicamente el momento, la desesperación del último abrazo, del fin del cielo. Premiado en el 2002, sigue vigente. Nadie podía haberlo dicho mejor. Hay que respirar profundo.


"Y yo sentía que mi único deber era el de no dejar morir ese momento, darle aire, alimentarlo, responder a tus preguntas, agregar algo a tus apreciaciones, decir, obligar a la tarde a seguir, no permitir que terminara ese instante en que estábamos juntos.

Y en el fondo, al mismo tiempo, algo por mí pensaba que debía llenarme con esos instantes, que algún día tendría que bastarme con ese recuerdo, que debía inhalar con vigor todo el aire y fijar el momento..."


Tomado de: La risa del muerto de Gustavo Arango.