Me gustaba tu nombre porque me hacía recordar el aroma de la hierba recién cortada. Recién ahora soy conciente de que disfrutaba buscándolo y hasta inventándolo escrito en cualquier parte. Cuando podía leerlo me parecía estar frente a un libro escrito en un idioma extraño, pero dulce y elocuente. Lo repetía en voz baja, casi en un susurro, y el muy bandido me acariciaba los labios y me dejaba una tenue sensación de ardor, idéntica a la de tus besos.
Ahora que me has prohibido pronunciarlo, comprendo que en ese tiempo ya había decidido quedarse tatuado en mi boca, sin pedirte permiso. Y todos saben lo dificil que es borrar un tatuaje.
1 comentario:
Y es que es muy dificil borrar ese tatuaje. Muy bien estructurado Alicia...
hay huellas profundas que no se borran...
Un abrazo
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