lunes, 31 de marzo de 2008

Cartagena de Indias.

Todos te perciben de manera diferente, pero coinciden en que es difícil no amarte. Deslumbras con amaneceres salpicados de pájaros, y tu música nunca ha respetado procedencias a la hora de colgarse, atrevida, en cualquier par de hombros desprevenidos.
Eres muralla y mar, historia, presente y futuro, que abraza a propios y extraños con vocación de madre. Tienes un ritmo ágil, desordenado y caótico, y en tus calles la gente se saluda a gritos convirtiendo a cualquiera en un primo o un hermano.
El romanticismo de tus noches ha sido culpable de más de un matrimonio apurado o a la fuerza, y al calor de unos rones tus habitantes se reúnen para componer buena parte de los desaciertos de tus gobernantes. En medio de la seriedad de cualquier charla, toda desgracia termina convertida en un apodo o en una broma acompañada por una risotada estridente.
En el fondo, sigues siendo una niña, confiada y alegre, que juega a las escondidas pero se rinde a un dulce. Así te veo yo, Cartagena de Indias, con la inocencia, la picardía y el desenfado de la belleza morena. Así quiero que te reconozcan todos los que alguna vez creyeron que era una locura haberte escogido para sembrar mis hijos.
Nota: La foto que acompaña el texto pertenece a la joven modelo Valentina Campo Passo. Agradezco a su papá, el gestor cultural Hugo Campo Mendez por la gentileza de habérmela cedido para embellecer este espacio.

1 comentario:

Cecilia Ortiz dijo...

Alicia: bello texto, ligado a lo emotivo que siempre une.
Sigo visitando tu blog.
Pongo tu enlace en mi blog.
Un agran abrazo.