domingo, 18 de mayo de 2008

Raíces

Te despertó un dolor profundo, allá abajo, desde donde sube la vida. No comprendiste el alboroto de los pájaros que saludaban el amanecer con un bullicio, por primera vez, asustado.
Todos se arremolinaban a tu alrededor, discutiendo acaloradamente sobre la conveniencia de tu traslado. Tus raíces, sucias todavía, se irradiaban como si quisieran buscar la humedad de alguna nube negra cargada de lluvia. Pero sólo hallaban el sol, inclemente, que te recordaba la pérdida irremediable del olor de la hierba mojada. Te subieron al avión, cuando ya habías perdido las fuerzas y lo mismo te daba servir de adorno...o de leña.
Pronto decidieron tu destino. Para cuando volviste a tocar tierra el dolor ya había dado paso a esa resignada sensación que te ha seguido acompañando, lo mismo que el ardor del tatuaje que aún conservas: “Extranjera”.

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