lunes, 12 de noviembre de 2007

Parece que va a llover. Sin embargo, en un día como hoy, no le veo sentido alguno a llevar paraguas. Hasta agradecería que un poco de agua en el rostro me devolviera al día aquel de los saltitos apurados que buscaban evitar los charcos, y lograra regresarme algo de aquel frío cómplice que obligó al abrazo. No sé porqué justo ahora, voy a recordar su abrazo. Justo hoy, que la tarde se ha vestido de un azul profundo, y el mar se ve borroso detrás de las lágrimas.
Nunca he sido buena llorando. El llanto se me queda paralizado en el borde de los párpados, como si le faltara coraje para lanzarse al vacío.
La banderita roja se balancea sobre mi cabeza, mientras la brisa me pinta de salobre los labios y las olas me invitan, besándome los pies, a mostrarme el sitio del horizonte donde la luna se deja acariciar. No debe ser dificil olvidar el mundo y dejarse llevar...

Un alcatraz, que ha perdido el rumbo, se acerca a mi lado, sucio y desgarbado pero dolorosamente vivo como para recordarme que, siempre, hay una segunda oportunidad.

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