sábado, 24 de noviembre de 2007

Romántica...y esto sí: a mucha honra.


Si tuviera que hacer un ensayo sobre el mar diría que he descubierto que además de hermoso es sabio.

Sabe diferenciar la piedra de la arena. Por eso rompe contra el acantilado pero besa la playa con dulzura. Tiene la fuerza suficiente como para desbordar cualquier límite, y sin embargo los respeta. Lo he visto acercarse a la orilla con la suavidad y el temblor de quien se aproxima a un recién nacido. He adivinado su fuerza contenida y me ha invitado a soñar que me duermo en la seguridad de su abrazo, con el sabor a sal impregnado mucho más profundo que en mis labios.


Podría hacer daño si quisiera y lo sabe, pero conoce la diferencia entre un páramo inundado y una bahía. Por eso sus llegadas ganan espacios sin vulnerar. Domestican sin imponer. Conquistan sin subyugar.





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