miércoles, 16 de julio de 2008

Cielos libres

Queridos lectores:
Como diría uno de mis maestros, sería bueno que alguno de ustedes creyera que no es más
que es un bonito cuento para niños.
Desearía que hubieran podido verla: era hermosa, perfecta. Cuando me dí vuelta para acomodar mi cuerpo la descubrí prendida del cielo, tan libre que se podía dar el lujo de desafiar la gravedad. Su forma, indefinida al principio, no tardó en revelarse clara: creo que es una elefanta, me disculpan pero comprenderán que a tal distancia, tratar de darle a ustedes ciertas precisiones no sería más que especular. Soy sincera si reconozco que verla y querer hacerla mía fue un solo pensamiento. Difícil llegar a ella, pero valía la pena intentarlo.
No había mucho tiempo para pensar. Su forma cada vez más precisa insinuaba que no tardaría en irse a visitar otros rumbos. Blanca, con esa blancura incierta de quien está luchando por no mostrarse vulnerable, mi nube parecía dirigirse presurosa a otro cielo. Tal vez escondía tormentas o un breve paraíso húmedo. Nunca lo sabría, a menos que le pusiera mi marca, mi nombre quizás, sin que lo notara.

Sé que suena cobarde y rastrero, pero nunca he dicho que soy una blanca paloma y aún, ni en ellas, se debe confiar demasiado. Y es que, cuando logré acercarme lo suficiente me cautivó su sonrisa y quise que fuera tan mía como suyos eran ya mis miedos y mis sueños. Estaba tan cerca que mis uñas fácilmente podían marcarla, como quien busca evitar un hurto.

Dudé un momento ante la inminencia de su partida. Una mirada, que para ustedes hubiera sido imperceptible marcó la diferencia. Tomé la decisión, me tragué las lágrimas, escondí mis deseos. Agradecí a las estrellas que me dejaron compartir el privilegio de tocarla y la dejé partir, con la conciencia de que cualquier cadena, cualquier amarra, la lastimaría irremediablemente.
Ha pasado el tiempo y hoy amanece menos brillante mi día, pero de algún modo incierto soy feliz de saber que hay un cielo, con una elefanta, jugando a ser mariposa, sin mi nombre.

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