martes, 1 de julio de 2008

Aprendiendo de los que saben


Comparto este párrafo del escritor antioqueño residente en Estados Unidos. Combinación perfecta de sensibilidad y precisión en el lenguaje. Rescata mágicamente el momento, la desesperación del último abrazo, del fin del cielo. Premiado en el 2002, sigue vigente. Nadie podía haberlo dicho mejor. Hay que respirar profundo.


"Y yo sentía que mi único deber era el de no dejar morir ese momento, darle aire, alimentarlo, responder a tus preguntas, agregar algo a tus apreciaciones, decir, obligar a la tarde a seguir, no permitir que terminara ese instante en que estábamos juntos.

Y en el fondo, al mismo tiempo, algo por mí pensaba que debía llenarme con esos instantes, que algún día tendría que bastarme con ese recuerdo, que debía inhalar con vigor todo el aire y fijar el momento..."


Tomado de: La risa del muerto de Gustavo Arango.

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