Se tendió en la cama, con el cabello suelto y una sonrisa que tenía más de pudor que de ganas, pero que a él le pareció excitante. Con cada ropa que rodaba se sentía más suya, y él más seguro. Cuando cerró los ojos el mundo desplazó sus límites al blanco de las paredes y a las manos masculinas que descubrían sitios desconocidos. De pronto fue conciente de su cuerpo, el placer superó el miedo y la entrega inundó de gemidos el cuarto. Sonrieron ambos.
Ella creía que esa era la manera perfecta para comenzar.
El sabía que ese era un buen final.
Ella creía que esa era la manera perfecta para comenzar.
El sabía que ese era un buen final.
1 comentario:
uich... :S
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