
"Y yo sentía que mi único deber era el de no dejar morir ese momento, darle aire, alimentarlo, responder a tus preguntas, agregar algo a tus apreciaciones, decir, obligar a la tarde a seguir, no permitir que terminara ese instante en que estábamos juntos.
Y en el fondo, al mismo tiempo, algo por mí pensaba que debía llenarme de esos instantes, que algún día tendría que bastarme con esos recuerdos..."
"He llegado a un estado en que lo único que tengo es lo que siento.
Pero también reconozco que podría dudar. Si te sentaras a mi lado y opinaras que me engaño, que no siento lo que digo que siento, que mi hastío me ha obligado a inventarme un sentimiento, dificilmente podría negarte la razón. Pero dándotela no me queda nada y sé muy bien lo que es nada. Entonces me vuelvo a preguntar cuánto daría. Cuánto daría, Lucrecia, por que que me amaras"
No hay comentarios:
Publicar un comentario