domingo, 10 de febrero de 2008

Se acaba el domingo, me ataca la melancolía.

Comparto con ustedes dos fragmentos de "La risa del muerto" de Gustavo Arango Toro (Colombia, 1964).

"Y yo sentía que mi único deber era el de no dejar morir ese momento, darle aire, alimentarlo, responder a tus preguntas, agregar algo a tus apreciaciones, decir, obligar a la tarde a seguir, no permitir que terminara ese instante en que estábamos juntos.
Y en el fondo, al mismo tiempo, algo por mí pensaba que debía llenarme de esos instantes, que algún día tendría que bastarme con esos recuerdos..."

"He llegado a un estado en que lo único que tengo es lo que siento.
Pero también reconozco que podría dudar. Si te sentaras a mi lado y opinaras que me engaño, que no siento lo que digo que siento, que mi hastío me ha obligado a inventarme un sentimiento, dificilmente podría negarte la razón. Pero dándotela no me queda nada y sé muy bien lo que es nada. Entonces me vuelvo a preguntar cuánto daría. Cuánto daría, Lucrecia, por que que me amaras"

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